28 sept 2012

Nelken Masberger, Margarita

MARGARITA NELKEN MASBERGER 
Nacida en Madrid, en  1894, en el seno de una familia acomodada de judíos alemanes; su padre era joyero y su madre, Juana Masberger,  maestra. Estudió con profesores particulares y luego  hizo el Bachillerato francés. Se marcha a París a estudiar pintura y  música.  Tiene inclinaciones artísticas y literarias  desde muy joven, expone ya sus cuadros en Barcelona en 1916 y  escribe críticas de arte y ensayos sobre pintores  clásicos y de vanguardia.    
Fue una de las mujeres que en las primeras décadas del siglo XX  cuestionaron el modelo "ángel del hogar" como prototipo de mujer.  En La condición social de la mujer en España. Su estado actual, su posible desarrollo (1919), escribió en  contra de la subordinación de las mujeres  en  varios ámbitos: el matrimonio, el trabajo, la prostitución.  No era  sólo una obra de denuncia contra la situación de las mujeres, sino que proponía soluciones, como la igualdad legal de las mujeres en el Código Civil,  una ley del divorcio y  la abolición de la prostitución.
En 1919 funda  en Madrid, La Casa de los Niños de España. Allí se acogía a los hijos legítimos o ilegítimos de las madres trabajadoras. La Casa llegó a albergar hasta 80 niños y fue criticada  por la Iglesia católica  por su espíritu laico.
Con sus actuaciones y sus escritos, Margarita  trataba  de romper  con las barreras sociales y  con el discurso de la Iglesia católica   que predicaba el sometimiento femenino.  De ahí que se la considere  parte de la generación de  “mujeres modernas”  que  surgieron  entonces en  España; eran jóvenes que   ingresaban en las universidades o  en  las nuevas profesiones y aparecían con frecuencia en tertulias y lugares públicos antes sólo destinados a los hombres.  Por su condición de madre soltera fue  una gran defensora de la maternidad. Tuvo primero una hija, Magda, en 1915  con el escultor Julio Antonio  y luego  en 1922  a su hijo Santiago, con  Martín de Paul, con el que convivió hasta llegar al exilio.
A  pesar de estar al tanto del desarrollo del  movimiento feminista en Europa y en España en eso años, no estaba a favor de privilegiar la lucha por los derechos políticos de las mujeres frente a la lucha social.  En su libro se mostraba  favorable a  la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, a excepción del derecho al voto, pues no se consideraba sufragista.   Su interés  por el  cambio social y político en España  la  llevó a militar en el  Partido Socialista  desde 1931, cuando ya era una conocida defensora de las causas sociales.  Sin embargo, en el Congreso nacional del PSOE celebrado antes de las Cortes Constituyentes discrepó de la decisión de su partido de conceder derechos iguales para ambos sexos. Ganó su acta de  diputada  por los socialistas  de Badajoz en  octubre de 1931, en unas elecciones parciales;  su nombramiento se retrasó, pues algunos impugnaban su nacionalidad española.  Así, no pudo participar en el trascendente debate sobre el voto femenino en diciembre del 31  en las Cortes, donde  Clara Campoamor  fue “la  sufragista española” en singular, en la defensa de los derechos políticos para las mujeres. En este mismo año  escribe su obra La  mujer ante  las Cortes Constituyentes.

Se integra  plenamente en las Cortes republicanas siendo la única mujer que renovó su acta en las dos elecciones siguientes de  1933 y 1936. Sus intervenciones principales se refirieron al campesinado extremeño (tras  los sucesos de Castilblanco, Badajoz, en diciembre de 1931, donde una   manifestación de  campesinos  fue  disuelta a  tiros)  y la necesidad de la reforma agraria.  Defendió también la igualdad legal de mujeres y hombres  apoyando  la ley del Divorcio en 1932 y la ley de Congregaciones religiosas del 33.  

Participa en la Agrupación de Mujeres Antifascistas, Mujeres  contra la Guerra y el Fascismo,  creada en 1933, que  fue  desarrollándose a raíz de la huelga general de Asturias en 1934.  La AMA  era una organización unitaria  que se proponía concienciar  y movilizar  a las jóvenes  de las clases populares contra el peligro fascista. Su comité estaba integrado por  numerosas mujeres  comunistas y socialistas, que luego tuvieron que exiliarse. El fracaso del levantamiento asturiano  llevará a Margarita  hasta  Francia y luego a la URSS, donde conocerá de cerca el comunismo. Tras el viaje  se convierte en una  fiel admiradora del sistema soviético durante casi una década. Figura como militante del Partido Comunista  desde fines del 36.

  La guerra civil fue un período de gran crecimiento para la AMA y la organización de “Mujeres Libres” fundada por las anarquistas. Ambas pusieron en marcha el trabajo en la retaguardia republicana de miles de mujeres que colaboraban  cosiendo uniformes, en la industria de  armamento o en los hospitales de campaña. La misma Margarita tuvo un papel destacado  en la defensa de Madrid, el 7 de noviembre del 36, con sus llamamientos y discursos  por la radio republicana que animaban a resistir  al pueblo madrileño. Años después, ya en México, recordaba  este episodio refiriéndose  en tono épico  a “la  epopeya de Madrid”, haciendo hincapié en la importante labor que desarrollaron las mujeres republicanas   durante  la guerra.

A finales de la guerra, ya como militante comunista, Margarita interviene  el 1 de febrero de 1939, en  aquella histórica sesión de las Cortes,  la última celebrada en  España,  en el castillo de Figueras. La  Nelken suscribió una declaración que proclamaba el derecho legítimo de España a la libre soberanía de su destino político, a la vez que se adhería  a la postura del gobierno de Negrín de resistencia a ultranza al franquismo.

De las diputadas  presentes en el exilio mexicano ella fue la única que  formó  parte de las Cortes reunidas en México y la que tuvo una actividad política más notoria.  En México, Margarita era también  la cabeza  de familia encargada de mantener a su madre, su hija y una nieta;   pudo hacerlo con su trabajo en la Secretaría de Educación Pública, conseguido gracias  a sus buenas relaciones con el gobierno mexicano, las traducciones  del francés   y a  sus  brillantes colaboraciones en la prensa mexicana como  crítica de arte del diario Excelsior, Hoy, El Día y El Nacional; en 1942 reedita su libro Tres tipos de Virgen: Angélico, Rafael, Alonso Cano.  
Fue socia fundadora, en 1949,  del Ateneo español de México.  Su labor periodística,  en los  primeros años  del exilio  estaba imbuida por su compromiso político  como comunista (hasta 1942) y  diputada republicana; de hecho ella firmaba muchos artículos como “ex diputado  de la República española”. Quizás su  alta valoración  de los intelectuales   le hizo estar mal vista  entre la dirección del PCE en México,   y  su desacuerdo con la política de  la Unión Nacional provocó su expulsión en 1942.
Sin embargo, durante la guerra mundial escribe dos obras donde manifiesta su fidelidad al régimen soviético,  Las torres del Kremlin (1943) y  Primer frente (1944). La muerte de su hijo Santiago de Paúl combatiendo en las filas del ejército rojo, ocultada  hasta 1946,  hará mella en su adhesión a la URSS.
En 1944 es la portavoz de la Agrupación de Escritores y Periodistas  españoles en el exilio. La condena moral del régimen de Franco ante la ONU, a propuesta del embajador de México,  en  junio de 1945 hizo renacer las esperanzas en la restauración de la República, o por lo menos en el fin del franquismo. El 17 de  agosto de 1945 se reunieron  de forma extraordinaria las Cortes de  la República española  en la ciudad de México,  con la asistencia de 96 diputados allí exiliados y la adhesión de 40, de los 340  que vivían en aquel momento. En las reuniones de aquellas Cortes  sólo hubo  una mujer, Margarita Nelken, entonces diputada independiente, allí formó formar parte del grupo negrinista, opuesto a Prieto. Durante los años del exilio  colaboró con la Unión de Mujeres Españolas en México y escribió numerosos artículos sobre  feminismo.
En los años sesenta, Margarita Nelken  tuvo un activo papel como Vicepresidenta del Comité español de ayuda a los presos políticos de España;  colaboraba asiduamente  con Ayuda, el   Boletín del Comité español de ayuda a los presos políticos de España. Allí escribió   un alegato de protesta en contra de la muerte de Julián Grimau, el  15 mayo de 1963, dejando ver  que mantenía su espíritu combativo a pesar  de estar casi ciega.  Margarita murió en  México en 1968.
Fuentes :
Archivo personal de Margarita Nelken,  Archivo Histórico Nacional.
Dominguez, Pilar: De ciudadanas a exiliadas. Mujeres republicanas españolas en México.  Madrid, 2009.
Mangini, Shirley: “El papel de la mujer intelectual según Margarita Nelken y Rosa Chacel”, en Nieva, Pilar (coord.): Roles de género y cambio social en la literatura española del siglo XX, New York, 2009, pp. 171-186.
Martínez, Josebe:   Exiliadas: escritoras, guerra civil y memoria, Madrid, 2007.
PD

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